María Montero Zeledón
Poemas Inéditos
LA ÚLTIMA ISLANDESA
Soy la última de las mujeres islandesas
Que jamás vivió en Islandia
Ni supo pronunciar Reykjavik
Ni mandó siquiera una carta a ningún amigo islandés
Y de hecho no llegó a poner un pie más allá del paralelo 60.
Pero soy la última de esas mujeres que barren el viento con la cabeza y van llenas de escarcha a cualquier parte, insoportablemente lívidas, y dicen lo que tienen que decir y hacen lo que tienen que hacer en el fondo del único abismo rocoso de su barrio. Y ven la fuga de las cosas con devoción. Y casi se mueren de frío alrededor de sus hijos. Y añoran la planicie despavorida más que ninguna promesa.
Soy la última de las mujeres islandesas que jamás aceptó (pero entendió) la ley de un clima incompatible con el aburrimiento entre el Atlántico Norte y el océano Glacial Ártico, la combinación más generosa de las corrientes abruptas, la geografía abrupta y la irrupción permanente.
Soy la última de las mujeres islandesas sin código genético que tampoco experimentó la soledad en medio de la nada y aún así arriesgó todo en ese punto ciego y blanco de los confines. Soy la última de las mujeres heladas que desde lo profundo de los trópicos siempre supo que daba pasos en falso. Porque hay paisajes que no son lo que uno es.
Yo fui una mujer islandesa sin saberlo.
Ahora soy una mujer islandesa sin hogar.
Es decir, una piedra, la última ficción del hielo.
UNO FRONTERIZO
La humanidad se divide entre los que les gusta este poema (que ni siquiera ha comenzado) y los que no les gusta.
También se divide entre los que les gustaría este poema, de llegar a escribirse, y los que ni siquiera dirían que es un poema, de llegar a leerlo.
La humanidad se divide estrictamente entre los que les gustan los poemas y los que no, y también, entre los que les gusta cualquier poema porque les gusta cualquier forma de poesía (que es como decir cualquier forma de vida) y los que ni siquiera consideran el asunto y mucho menos que la poesía sea un asunto a considerar.
La humanidad se divide entre los que suelen decir “bonito poema” y los que jamás podrían decir semejante cosa de nada mucho menos de un poema, ya sea porque no les gustó lo que leyeron o porque consideran que un poema es cualquier cosa menos ‘bonito’ o porque no toleran la cercanía de los versos, que es cuando las palabras inician la extraña danza de las plagas.
La humanidad se divide entre los que prefieren leer un poema a estar solos, los que arruinan su soledad con un puñado de poemas y los que no tienen nada que decir ni nada que agregar a la soledad. También, entre los que leen o escriben poemas para estar más solos, los que son capaces de escribirlos o leerlos para atraer compañía y los que no ven relación alguna entre una cosa y otra.
ULTIMADAMENTE
Juro que estoy aquí por razones de fuerza mayor
Incluso contra mi voluntad
Pero que me obligan las circunstancias de mi vida
Y la paternidad de estos versos.
Declaro que los recitales de poesía
Deberían ingresar al protocolo del trato inhumano a las personas
En primer lugar a las que leen
En segundo a las que escuchan
En tercero a las que se los pierden
Y en último a las que siempre se equivocan de actividad
Y llegan preguntando a qué hora empieza el concierto.
La poesía misma es tan contaminante
Y a la vez tan poco rentable
Que siempre estoy tratando de olvidarla para no dejarla en paz.
Quisiera decir que fui llevada a esos lugares de lectura
Bajo serias amenazas
Pero lo cierto es que ni siquiera fui por dinero
O necesidad
Sino porque las palabras me intoxicaron
Antes de dar el primer paso
Y creí ciegamente
Que la mala vida me llevaría directo a la buena literatura.
Y cada vez que leí en público
Tuve la odiosa sensación
De que a todos nos sobraba ropa y nos faltaba un tubo
Y de que el exceso de luz en la sala
Se debía únicamente a mi falta de honestidad.
Qué daño puede hacerme ya la poesía
Si fue quien me dejó
Sin dios y sin marido
Sin patria ni carrera
Sin el menor interés por la belleza
Que no sea masculina
Sin el menor talento para la codicia
Que no sea la de estar conmigo adonde quiera que voy.
Juro que tengo muchas ganas pero ya no tanto tiempo,
Si no, encantada.
Humildemente, se los digo:
Ya es hora de tomar el camino más corto
Y volver a casa.
SED DE MAL
Con seguridad existen los perros. Mira ese hocico que la oscuridad no te deja ver, esos ojos de vidrio delante de los tuyos para que no veas nada. Mira ese ladrido que siempre te acompaña, esa sed que baja en los colmillos de tu pan de cada día. Mira esa pequeña figura en la otra orilla, no la ves pero la sientes como una mordida negra y apaleada.
Con seguridad los perros van por tí. Míralos mirar la ausencia de tu odio: su alimento. Mira ese horizonte hundido –crees que te acercas a algún sitio– sólo son sus lomos indicándote el camino, el regreso, el tamaño de tu dicha. Los perros cargan con tus huesos y te devuelven ceniza, la rabia de su rabia envenenada. Los perros se lamen en tu sombra y no los ves.
Con seguridad los perros son los mismos. Reproducen tu silencio a dentellas, salen de sí mismos con tu ayuda ciega, se quedan ciegos de verte tan oscuro. A eso han venido, míralos. Ladran. Ganan millones en la farsa de sus patas traseras. Huelen tu cadáver, te llevan el periódico, te sepultan en tu casa. En algún lugar los alimenta tu muerte.
Mira esa sed de los perros que te rondan. Ya no ves nada, no te importa la jauría. Su lengua te lastima y los perdonas. Celebran con tu carne y los perdonas. Su muerte ya no es nada comparada con la tuya.
GROSSO MODO
Sería capaz de tomar el camino más largo con tal de que me dejaras en paz.
De correr sin zapatos, de cruzarme de acera, de cambiarme de casa.
Tan capaz de clavarme una hipodérmica en el cuello antes de gritarte LARGO.
No hay nada que considerar, nada que esperar, nada que venir a buscar debajo de mi ventana.
Mucho menos en mi celular, que morirá reventado de fastidio.
Mi cochera no es un buzón.
Detesto tus flores, tus libros, tus papeles.
No me interesa el pasado ni tu visión del futuro.
No me conmueven tu nobleza ni tu educación ni tu buenos modales ni tu 4X4.
Qué me importan tu soledad o tus vicios o tus traumas.
Por mí, podes dar vueltas alrededor de tu madre por toda la eternidad.
Me tenés harta.
Mirá lo que hago con tus halagos.
Dejame en paz.
Dejame en paz.
Dejame en paz.
Quizá no he sido lo suficientemente clara, imbécil.
CANTO A MÍ MISMA
Un arrullo insoportable
Pesa en mis oídos todas las noches:
El zumbido del refrigerador
La respiración de mi vecino más cercano.
He hecho todo lo que dije
Que nunca haría.
SOY
Soy la gran Virginia Grütter, ¿la recuerdas?
La que escupe tabaco en las esquinas
Y está ronca de pegar gritos
Y camina como una estela pintarrajeada y tambaleante
Soy Marguerite Duràs con su joven amante
Y su vida refinada y alcohólica
Soy Simone de Beauvoir con todo y su Jean Paul Sartre
Y su intelecto y su feminismo y su academia
Soy la imbécil "femme" que desde este pueblo polvoriento
Habla del erotismo francés
Frente a un auditorio de subnormales
Soy la puta más puta que arrastran de los pelos
Asquerosa y desnuda
Soy la pobre infeliz
Que no tiene un centímetro de cerebro
Hipocondríaca
Que camina como idiota esperando que el padre de sus hijos
O el cura
Le de una limosna.
Soy yo
La del cuerpo grabado en la piedra
La que consume sus ojos en la arena
La que ya no puede hablar de amor tan fácilmente.
ITINERARIO
Iba hacia España
Y llegué a Cuba.
Iba hacia Jorge
Y llegué a Juan.
Iba hacia las letras
Y llegué al embarazo.
Iba a dormir
Pero aquí estoy.
Reconozco que entre mis virtudes
Nunca se destacó la puntería.
AUTORRETRATO CUBISTA
Mi soledad es una puerta abierta
El ojo marcado de un corazón vacío
Mi espera es un vidrio roto
Que atraviesa la ciudad para que alguien
Lo persiga
Mi cuerpo es un recuerdo en la garganta del otro
Mi palabra el perro de la calle
Mi amor el vicio de un viejo
Mi vida la mano que se da por nada.
LEYENDO A FERLINGHETTI GRACIAS A E. MOORE
La poesía no me interesa más
Que el hecho de enamorar a un hombre
O dos.
Ni más que hacer una buena salsa,
Mejor si es de tomate natural.
Ni más que secar
Los cuerpos desnudos de mis hijas.
HEROÍNA BLUES
Dan terror las señoras perdidas en la playa, las niñas con mucho pelo, los cubos vacíos.
Dan terror los compañeros de universidad, los cantantes malos y los hombres que, para llegar a viejos, envejecen.
Da terror saber que un libro es bueno sin haberlo leído, sentirse agradecido cuando alguien te mira equivocadamente, que la gente te salude en un país extraño.
Dan terror el uso del plural y las uñas recién cortadas.
Da terror estar siempre de espaldas o estar en un cuarto de hotel con toda la vida por delante.
Da terror todo lo que vive con ganas de quedarse, dormir más de 24 horas, que nadie se de cuenta que los negros no tocan heavy metal.
Da terror no enamorarse de los amigos, no comer aguacate y no sentirse partido por el mar.
Dan terror las cosas que no duelen: como llegar a un lugar sin saber cómo. Incluso sabiéndolo.
MARÍA MONTERO ZELEDÓN, Poeta y periodista costarricense, nacida en 1970, en la ciudad de Burdeos, Francia. Actualmente reside en Costa Rica. Realiza sus estudios de Primaria y Secundaria en el Conservatorio de Castella, donde participa en diversas actividades como la música y la pintura, graduándose finalmente en 1986 en las ramas de Teatro y Literatura. Realizó talleres de escritura teatral y cinematográfica con los argentinos Guillermo Gentile, Roberto Cossa y Jorge Goldenberg, así como con el maestro español José Sanchis Sinisterra. Estudió un poco de Filosofía y trabajó durante 12 años en el periódico La Nación. Ha participado en festivales de poesía en Medellín, Quito, Buenos Aires, Madrid, Perú y El Salvador. El año pasado inauguró junto a Jose Díaz el proyecto Vanguardia Popular, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo. Gana el premio Joven Creación 1985 en Poesía con su libro El juego conquistado, escrito entre 1983 y 1985.Ha participado en diversos recitales y ha publicado algunos poemas en revistas nacionales y del extranjero. Ha publicado, Poesía: El juego conquistado (1995); La mano suicida (2000) e In Dubia Tempora (2004), este último junto a Jose Díaz y Jhafis Quintero. Cuentos: Relatos de mujeres (1995).
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