Sergio Renzi
13 Poemas Éditos e Inéditos
De: Paisajes del Vivero (2010)
1.
Amanece y es gris,
Amanece y es gris,
uno junta el gris con los colores
que lleva:
ahora está verde Zettel, rabioso en la birome,
los resaltadores, el naranja y amarillo
arriba de aquel libro y el naranja de Bukowski.
Todo eso va armando un paisaje lento, sustituto.
2.
La ruta, la banquina,
el amor es el fin del mundo,
ahí a la vuelta.
3.
Hermanito,
Si el paco es la droga de los pobres diablos,
el clonazepan es el circo
del resto, ¿no?
¿Y el ron que tenés ahí guardado, añejando, qué?
El ron es para bajar la clase
un poco más,
para reducirla a lo que es, nada, un poco más de nada.
Bueno, las horas pasan, ahora un deshollinador
para esta peste de noche no vendría nada mal,
hermanito, no vendría nada mal, ¿le quitamos
lo sacrílego a la vida para esto?, ¿para esto?
Y se restituye todo el tiempo,
se devuelve a los espejos, a las baldosas
que no podés esquivar, a lo que yo ya no puedo
esquivar.
Con que la noche avanza
en cámara lenta,
de no creer,
detrás del terciopelo arrugado y los almohadones
naranjas y los colmillos de marfil de los monstruos
marginales que nos fueron marginando más,
ni una sola ambulancia cantando sus penas
en la calle que duele,
pese a que todas se juntan a tomar el té
a las cinco de la madrugada, todas juntas las
ambulancias
a unos metros del búnker.
Estoy en el puesto de combate,
no sé bien contra qué combatimos,
es como la guerra fría pero con más sin sentido,
el despertar de lo constante se asoma ahí,
y no soy ni la suma de los días de niebla que tanto
me gustan,
soy lo que irrumpí en plena noche
en la lucha de mi lenguaje.
Golpeo dos veces la puerta,
nadie abre, nadie va a abrirla,
entonces golpeo por puro protocolo,
sabiendo que entrar en la noche es golpear
la puerta para después patearla, detrás del terciopelo
azul y lindero y arrugado,
las pulgas se cuentan chistes verdes entre ellas,
las hienas ya no ríen,
los piojos resucitan de tres muertes
usando los antepasados de carnada.
Nadie sabe decir,
pero todos hablan,
vociferan,
gritan, balbucean,
entre torbellinos sin tiempo hermanito,
sin tiempo,
y cobre en los dedos,
y esos vientos huracanados.
Degollado por la noche ya no tiemblo, Mariano,
afuera hay perros blancos que ni quiero estrangular,
no todavía.
Cerrá bien al salir,
y la yugular apretala.
4.
Afuera hace frío
Y el otoño crece,
y las hojas se hacen fugitivas, se deshacen en el aire.
5.
Nota: el otro día compré una pava silbadora
roja con forma moderna para que haga juego
con la pava roja rústica, clásica, retro,
la idea era simple: que las pavas rojas, la moderna
y la retro, se hicieran compañía en la cocina,
una gobernando una hornalla, la otra gobernando
la de al lado,
la contigua,
sin medianeras, sin muros, sin nada, una al lado de
la otra.
La pava del Este, la pava del Oeste, en una misma
Cocina:
una idea simple sin un muro de Berlín, sin nada en
en el medio.
Anoche la quise entrenar con un té de frutos rojos
para mi Cele,
pero la pava nunca silbó, la muy puta nunca silbó.
Sin palabras.
Hoy la llevé al taller.
Pero hoy no es anoche.
Ahora tengo dos pavas: la antigua,
y una silbadora que no silba.
Al menos las dos son rojas: y las dos apuntan
con el pico en la misma dirección,
porque soy un obsesivo.
6.
Afuera
árboles
como esqueletos,
les saco una foto,
pasa un perfume caminando,
no llego a ver de quién es, hermanito,
creo que va para tu lado de la isla,
camina hacia el oeste sin mirar atrás ese perfume.
Ay, mirá cómo tiemblo:
árbol en insípido combate,
no tiene chances,
el otoño hace estragos lo que tiene que hacer lo hace,
con la voz dulzona del viento,
cicatriz de tinta azul en la mano,
algo que tengo pero ya perdí.
7.
Huellas dactilares de la noche,
alguien cierra algo con llave
a mis espaldas,
el mausoleo de las sombras de siempre
se mueven, contenedores, tachos de basura naranja,
volquetes con cosas viejas y escombros,
una soledad acariciada,
pero, ¿dónde están mis emociones?
8.
Vida que es mía
va camino a volverse madriguera de topo,
me meto tierra adentro, revuelvo,
y la tuya?
Al final, ¿los topos no estarán escarbando
tanta tierra con uñas, dedos, pezuñas,
patas, pensando que más allá de eso,
no habrá algo de luz, otros lugares?
¿Topos de sol?
9.
Sala de espera.
Las amo.
En esta, llena de viejas y viejos callados, de malhumor, por algún malestar que les aqueja el alma el cuerpo o por el estupor, o por la constipación espiritual, o por la falta de vitalidad, o sólo porque eso es la vejez. Escucho a los Rolling Stones, no debería subestimar el poder de la vejez, la vida no me sonríe, no le sonríe a nadie en realidad, en particular, en general la vida es una puta arpía y arisca de corazón duro como pan de antes de ayer que no le sonríe a nadie, pero pasa, como la tarde ésta, y soy yo el que le sonríe, me saco el sombrero inexistente, signo de cortesía, le finjo que le devuelvo un favor que no existe, todos contentos, la vida, yo.
Ventilador de techo. A mi izquierda, una nona de ley, de las duras, con brazos grandes, carnosos, parece que tuviera un brazo de camionero la nona, ya no se hacen mujeres así, de brazos grandes y carnosos y blancuzcos, brazos que baldearon veredas enteras mañanas enteras, brazos grandes que amasaron pastas, ñoquis, ravioles, brazos que lavaron casas enteras, brazos que levantaron medianeras, no es para tanto, pero brazos. Con manchas y ronchas entradas en edad, que parecen orugas pastando en la piel, no, ya no se hacen mujeres así.
Las de ahora, hablan raro, son flaquitas, muy flaquitas e inútiles, y creen ser dueñas de la verdad, tienen mucha bijouterie y muchos clishés de mamá y papá y un autito lindo y chiquito y de color, y son cancheras: las cancheritas… muertas. Las cancheras las cancheras las cancheras, muertas. Las flaquitas pobres postmodernas. Feministas. Igualitaristas. Concienzudas. Caritativas. Falsas.
Incapaces de pedirles a sus novios y maridos que les hagan la cola. Tienen que rogárselo después a otros sementales.
Las flaquitas de ahora.
A mi derecha, un señor desgarbado de unos ochenta, diría yo, menoscabado, socavado por la edad, con la mirada achinada de ojos verdes, y muchas arrugas y lunares gigantes para alunar, en la cabeza. A ese viejo le queda poco, a mi entender, estoy seguro. Estás en la recta final, viejo
No soy médico pero entiendo cuando la muerte galopa a buscar a su destinatario.
Ganas de decirle pero no, me reprimo.
¿Y si no lo sabe?
POEMAS INÉDITOS
10.
Sedimentos:
y suspensión del tiempo:
traer al presente
una Edad Media
que sé muy bien
que es futurista y no antigua.
Cada uno
Cada cual
Con su renacentismo
de bolsillo,
y con sus orquídeas para ahorcar avispas.
11.
Licantropía renovada
o cómo carajo
sacar aullidos de una voz ronca.
12.
Árboles esqueléticos, como mutilados con muñones en vez de brazos ramas: árboles del plenario del invierno a las ocho y cuarto de la mañana, raquíticos pobres diablos árboles, jaqueca lateral en la cabeza y en la copa de los.
Hoy el viento sale
a asustar despacio,
mueve las cosas con textura,
finge un cariño que no,
el café con crema es tembloroso,
las sodas son puestas en los cajones de soda
con ese ruido tan argentino,
como pocos ruidos,
resaltadadores en la azucarera: la culpa de quién,
naturaleza viva pero casi muerta,
la mañana es un poema descuartizado
que hay que mandar anillar:
más inducciones que deducciones
y una charla añeja Madre- Hija al dorso, en la deshora.
No hay tregua
ni opción a compra.
NO se abandona nada.
13.
Escucho al pasar
decir a alguien en la calle
tenés que abrir la llave de paso ¨.
Esas tres palabras tan comunes
ahora se presentan mágicas:
puestas las tres juntas,
sentadas a la mesa de las solteronas
palabras como los buenos comensales
se sientan a comer.
SERGIO RENZI nació en Buenos Aires en 1982 y ha publicado dos libros de relatos: Todo se escurre (2005) y Un lugar para mi máscara (2007). En Poesía publicó Paisajes del vivero (2010). Sobre la poesía de Sergio Renzi ha comentado Luis Thonis: «En estos paisajes nos encontramos con una poesía árida pero musical, menos preocupada porque la tierra sea baldía o fecunda sino porque esté sembrada de palabras que llaman a combates insípidos: "caminar coger comer", las cosas más simples se vuelven crudas- palabra que no es ajena a la crueldad, crudelis- que en su rumor hasta las heladeras parecen criaturas con vida. Lo real aparece programado por devotos que quieren padecerlo pero creen ser nuestros hermanos y quieren invitarnos o empujarnos a un tren fantasma en el cielo para que lo hagamos con resto. Pero es una, otra, zanja, "no es amor, hermanito". No sabemos si son vivos o muertos vivientes, sólo que quieren concentrar, jibarizar la vida a su programa. Sergio Renzi invita a meter los pies en el barro, no porque esto nos entregue en bandeja la realidad como los que poniendo las patas en la fuente confunden el ruido del mar ahogándose en las multitudes y el sentimiento oceánico sino para empezar oír, dejar de escuchar el canto de las sirenas cada día más cambiantes y bacanas para descifrar su silencio sobre el que todavía reinan regulando las mismas pausas, queriendo igualar la respiración entre la vida y la muerte No ceder en las palabras y el ritmo es una cuestión decisiva porque abdicar de eso es ya ceder en todo.»
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