Daniel Pérez Küchmeister

By | martes, junio 01, 2010 Leave a Comment


Daniel Pérez Küchmeister
Seis Poemas


 

LOS BASTONES

se han ido los ojos
la deriva quedó arrinconada en el alma
con el sabor de las sillas vacías
la eternidad desdibujada por la pluma
que abrió la boca en venganza
y mordió los horizontes
se han ido los ojos
que miraban absortos la preñez del siglo
un cuadro que figuraba ser lo que no era
y parecía otra cosa
las cosas que cayeron al pozo del aljibe
y contaminaron las aguas
cierta incertidumbre
las caras trabajadas por el formón de las desgracias
se han ido los ojos
y nos avergüenzan los bastones
pedimos limosnas de amor en nuestros actos
se han ido los ojos
vergüenza
los bastones


MARÍA ES UN PAISAJE


el hombre flaco pensó en los volcanes
maría tenía dos inmensos pechos en actividad
y lunas crecientes sobre las mareas del sexo
lobos marineros adormecidos en las rocas de la pelvis
y en los acantilados de su cabellera
nidificaban gaviotas reidoras entre soles
y racimos de helechos o dudas
y cuando la marea le bajaba se veía brillar
el encarnado axor de los arrecifes de coral
sobre su lecho
o imponentes saltos de agua
y la paleta de dios en el arco iris

el hombre flaco pensó impostando la voz
en los apetitos inferiores de maría
y en sus ojos como dos pueblitos pequeños pero hermosos
con callecitas angostas llenas de sauces
y casitas de adobe con techos de paja
y olor a tranquilidad flotando en las babas del viento
entre los senderos de montañas que recordaban
el camino perdido de los antepasados indígenas

el hombre flaco quería regalarle una flor
un ramo de verbenas y rosas o colibríes
pero con sus ahorros compró un terrenito
aromado por orquídeas
entre el mar y los volcanes
y se quedó a vivir para siempre
en el ombligo de maría.


NINGÚN BARCO


hay dos espadas colgando de la pared
unos cuantos sombreros apilados
un par de medias destilando mi fragancia
hay un cuadro donde dos personas se toman las manos
hace siglos que no se sueltan

les tengo envidia / ancha envidia
mar de envidia / océanos de envidia

y ningún barco


PEDIDO DE DESPEDIDA



Con las manos me quito restos de la noche
que quedaron adheridos a mi piel,
amanece y gotea mi carne sobre el fuego,
el chirriar rompe el silencio,
el silencio ha roto tuétanos en la noche,
pasa suelta una paloma de horizonte,
la saeta misionera de la luz,
el hombre arroja a la graciosa mensajera
latas de tomates y otras conservas,
le quema los ojos con un cigarro,
el chirriar rompe el silencio,
el agua del ojo hierve
y la mirada gotea sobre el fuego
todo lo visto,
la grasa deja una mancha oleosa en el suelo,
mis pies descalzos resbalan en ella,
abren una grieta en la espuma de la rosa,
la concentración fatiga,
dejo para mañana lo que hoy no me sobra,
qué tienen tus manos
que cuando pronuncias la palabra adiós
me clavan espinas,
esto no es sangre,
esto habita la duda del cuello
ante la horca,
blasfeman sancho,
pican tu rostro,
alguien acapara llantos para cuando el desierto,
me tiembla el pecho,
una fría desazón se articula en las heridas,
gotea la carne sobre el fuego,
el chirriar rompe el silencio,
el agua del ojo finge la mirada,
me queda esta ilusión,
de vez en cuando
me asalta un sueño,
de vez en cuando una humareda
dentro de un calabozo,
de vez en cuando una antorcha
pariéndote en la boca un beso,
no hay nada que te amedrente
ni siquiera esa iguana fría
que pasea por tu lengua como un gusano verde
pero reptílico,
el arrastrar el alma de la paloma herida,
que si te vas te vas,
quién mencionó lo perpetuo,
si es que estamos sentados al abrigo
de una pizza fría,
y esto no es comida chatarra,
hay gente que se está comiendo los tornillos
y las chapas de su propio rancho,
quién divinizó la miseria
y los empalmes
y los gallitos de oro colgando de las cadenas
y los gallitos negros en los tejados
y el popohipo,
los bises,
los abrazos,
te aclamo con el clamor del cuerpo,
anoche una mujer estalló en mis caderas,
no has visto sus pedazos al entrar en casa,
estaban por el comedor,
estampados en el vidrio
y entre los restos
de la comida de ayer,
la pizza fría,
no has visto,
esa mujer se llamaba gloria
y dormía con las luces encendidas
para no descansar,
para morir en los silencios oscuros
de los popohipos
que blasfeman o ignoran las advertencias
como las polillas del hueso,
ahora vienen a verme los vivos,
me dan asco,
sus rostros hipócritas,
sus nombres hipócritas,
sus vidas hipócritas,
me dan asco
y náuseas y vómitos los vivos,
entiendan los silencios,
escuchen lo que callan,
lo que esconden de la vista, del oído,
yo estoy
montado en la cisterna del patio y observo los limones,
alguien tendrá que hacerse cargo del mundo,
no podemos estar dando vueltas y vueltas
como pelotudos,
alguien tendrá que hacerse cargo del mundo,
alguien que no sea Bush,
ni Bin Laden,
ni el sistema capitalista,
ni esa monarquía comunista,
alguien tiene que venir,
estoy tan solo,
mirando los limones,
que se me pudren los pies en las lágrimas caídas,
alguien tiene que venir,
estoy tan triste,
que me aplauden,
aplauden la tristeza
del tipo que está solo y triste,
triste y solo,
solo,
cuando ya no queda nadie
y nadie se ha ido
entiendan lo que hablo,
hablo
del hablar y del silencio,
del hablar con migo,
y del silencio con todos,
hay una pájara pinta en la enramada
gatiyo, gatiyo,
¡pum! a la píntara pájara que cae muerta,
¡pum! a la píjara pinta, muerta,
búsquenme un silencio,
acrobático y efímero,
algo delicado,
no caótico,
un silencio
al doblar la esquina,
en el agua sucia del cordón de mil veredas,
búsquenme un silencio,
por favor
cósanme la boca.


PUEDO PERDERTE MUJER



Puedo perderte mujer,
mi casa está llena de montañas,
en sus cuevas habito.

Mi único remedio es la poesía,
ilegal y amurallada,
borrada del vademécum
junto con el pájaro que canta y agoniza,
la espina en el pecho y la sangre,
roja, carmín, púrpura burbujeante,
la poesía es un trapo
donde augusto se limpia los pies
cuando vuelve de la calle.

Alguien te lo recordará en mitad del cuerpo,
allí donde tampoco quedan las palabras,
donde queman una vida para hacer un reloj de cenizas,
allí donde ocultan el fuego,
puedo perderte mujer,
mi casa está llena de montañas,
en sus cuevas
habito.


RESTOS


el carro pasa
dos niños corren tras el carro que pasa
el carro anda
según los designios del señor
del tipo
del tipo que apura el látigo
sobre los despojos de un animal
que alguna vez creyó en esperanzas
y ahora es esclavo del dios del carro
como los niños
que corren tras el carro
y rompen las bolsas con uñas de acero
y hurgan los restos de la sociedad
con el desprecio en los ojos
en las manos
en la lengua que intenta pintarle un sabor al pan
sucio de fideos y gel lubricante

los niños miran el cielo
y no ven nada
los niños tienen un cielo de chapas
con luna de cartón
un carbón orgulloso de creerse chocolate

los niños revisan las bolsas con manos de guerra
con ojos y alma de niños hambrientos
y separan la basura
ponen de un lado la basura
y del otro lado la basura menos basura
y la basura menos basura se trepa al carro
y la basura menos basura se tapa la nariz
y se sumerge en el guiso
y la cuchara vencida la rescata
y la guarda en cofrecitos
la acuna en la cama del estómago
y la sangre desparrama la basura menos basura
por los cuerpecitos de los niños

el carro pasa
dos niños corren tras el carro que pasa
el carro anda
según los designios del señor...
del tipo
del tipo que apura el látigo
sobre los despojos de un animal
que alguna vez
creyó en esperanzas




DANIEL PÉREZ KÜCHMEISTER
, poeta argentino nacido en Rosario en 1971. Participó en el IX Festival Internacional de Poesía de Rosario en 2001. Poemas suyos fueron publicados en diversas antologías entre ellas Los que siguen (2002). Su libro Puerto de los cangrejos (2003) obtuvo el segundo premio del Concurso Municipal de Poesía Felipe Aldana de ese año.
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