LA PIEL DE LA ORUGA
Así como la ninfa
yo también tejía
ese capullo negro
en el corazón de la noche
del derrumbe
trenzaba los hilos
de mis largos cabellos
alrededor de tus dedos
ya estaban humedecidos
de tanto escarbar en mi nombre
caído en esa grieta de luz
que unía y separaba tus labios
de los míos
no usabas alianza en ese dedo
pero mis hilos
quizás demasiado frágiles
aún se cortaban
a la tercera vuelta
y tenía que volver a empezar
como si yo también cayera
del borde de tu tiempo
Así como la ninfa
yo también
me bajaba despacio
el vestido como la piel
de la oruga deslizándose
hasta tocar ese final de cuento
anunciado hasta el hartazgo
y aún así
igual que ella
vi con horror la pausa
el vestido,
muerto en la mitad
del cuerpo,
descubriendo a medias
lo sensual, lo trágico
del amor
cuando no se termina.
EL SILENCIO DE LAS ORUGAS
Esta mañana murió
otra oruga
se dejó caer
a los pies del árbol
de ficus benjamina como partida
por un rayo
la arteria del tiempo
el olor de la muerte
de la oruga
no tiene nombre
tampoco el recorrido
de mis ojos
pegados a tu espalda
el último día del amor
cuando calló
el sonido de la lluvia
mientras dormía
acontecía la muerte en todas partes
y en mi sueño, un arce
bebía junto al agua
con sus ramas abiertas,
un lago cobrizo
que anunciaba el abrazo
del invierno
se dejaban caer como frutos
a punto de los labios
del árbol las orugas
imitando a la luna
con su forma de vaina
o abrigo de pieles
para atravesar los meses
de hielo en tu voz
pero esta caída no era
el preludio de un salto ni este adiós
el nervio azaroso de otro encuentro
por eso desperté
de la calidez del sueño
respiré la muerte
y pensé, al separar
el cuerpo de las hojas,
tu imagen del placer:
"tengo que escribir
el silencio de las orugas
para que hable
de su viaje a la tierra
donde un hombre
les cose las alas en la espalda
como ojos de mujer
que brillan
calados por el llanto".
EL DÍA DESPUÉS DE LOS HUMANOS
Hablábamos
pero no por hablar
de la lluvia o el suicidio
sino para hacerlo
un poco menos difícil
estando en el aire
todo eso
mis codos
en el mantel de hule
pintado a la mesa
las tardes de calor,
el redoble metálico de tus dedos
desafinando otra canción pasada
de moda, pegadiza
pegajosa
como la tarde
dijiste que el día
después de los humanos
los leones se echarían al sol
en Central Park,
pensé la libertad
cuesta años
de encierro
dijiste también
que el verde cubriría el cemento
y treparían las hojas
los rascacielos,
pensé en los árboles
que vi talar
porque sus raíces rompen
las veredas y los desvíos
son peligrosos
el día después
de los humanos
el sol inicia su descenso
y las sombras
en el agua se mueven
del color de la sangre y tiemblan
hasta ahogarse
o aprender a nadar
dijiste me gusta
fingir el fin del mundo
para morir un rato
en el cuerpo de otra mujer
pensé el fin del mundo
es todos los días
para el león
que ve caer al sol
en su jaula, para la hoja
que se desprende
del árbol y también
para el amante y lo que arranca
de sus ojos la lluvia
el día después
del amor.
PASAJE
Una polilla se apagaba
se dejaba estrangular por las horas
agarrada a la pared de la sala de hospital
donde los vientres
estaban a punto de abrirse
supe que aun con su agonía a cuestas
quizás debido a ella
era todavía parte del mundo
porque al tocarla con mis yemas sentí
la gamuza de su cuerpo
recibirme humana
en su ser de insecto
¿te conté que antes de morir,
cuando no se aparean,
se vacían el útero de huevos
que están vacíos?
Estaba en eso cuando la acosté en mi mano
y el suyo era un cuerpo en coma
que reconocía la piel
con un profundo silencio
¿te dije que sus alas huelen como el polvo
acumulado sobre los muebles
después de una larga ausencia?
¿que es preciso desplegar muy grandes
los párpados para ver el salto inaugural
que la devuelve añeja, recién nacida
a la caricia del crepúsculo
guiando su último vuelo
de regreso a la tierra?
MELISA MAURIÑO, Nació en la provincia de Buenos Aires el 13 de diciembre de 1985. Es Licenciada en Psicología egresada de la UBA. Hizo su Residencia en Psicología Clínica en el PRIM Hurlingham y actualmente es residente de la Residencia post-básica interdisciplinaria en Cuidados Paliativos en el hospital “Dr. Enrique Tornú” y docente en la Universidad Favaloro. Escribe poesía y narrativa. Ganó el primer premio del 1er. Concurso Nacional de Poesía Viajero Insomne 2015 con su primer libro La piel de la oruga (Viajero Insomne, 2016).
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